En el vasto y evolutivo mundo del arte cinético, Danny Esquenazi emerge como una figura ineludible. Su acercamiento a la escultura combina una rigurosa sensibilidad constructivista con la palpable influencia de las tradiciones ópticas, dando lugar a piezas que no sólo desafían la percepción, sino que invitan al observador a ser cómplice activo en la experiencia artística.
La elección de la madera como material primordial es, por sí misma, un acto de desafío. Mientras que muchos artistas del cinetismo han optado por materiales más modernos y maleables, Esquenazi retorna a uno de los medios más antiguos, imbuido de historia y calidez. Su habilidad para tallar y dar forma a la madera, y luego finalizarla con acabados coloridos y perfectos, no sólo demuestra un alto grado de maestría técnica, sino también un compromiso con la pureza y autenticidad. Los colores vivos que emplea no son meramente decorativos: son esenciales para la narrativa visual que cada pieza busca contar.
Sin embargo, lo que realmente distingue la obra de Esquenazi es su magistral uso de degradaciones de color. Estas transiciones cromáticas, combinadas con el movimiento inherente de sus esculturas, crean un espectáculo visual en constante evolución. Cada ángulo, cada paso que el observador da alrededor de la obra, revela una nueva faceta, una nueva interacción de color y forma. Es una danza visual, donde el observador no es un mero espectador, sino un participante esencial.
Al optar por crear esculturas de pared, Esquenazi transforma espacios comunes en teatros de percepción. Estas obras se convierten en ventanas a universos de movimiento y color, y el espacio que ocupan nunca vuelve a ser el mismo. Las piezas demandan atención, y en su interacción con la luz y la posición del espectador, revelan su verdadera naturaleza: son organismos vivientes, respirando y evolucionando ante nuestros ojos.
En resumen, la obra de Danny Esquenazi representa una confluencia armoniosa de tradición y modernidad, de técnica y pasión. Sus esculturas no sólo son testigos de la evolución del arte cinético, sino que, en sus manos, este género alcanza nuevas alturas, desafiando y encantando a todo aquel que tiene el privilegio de experimentarlas.